“El
recuerdo conserva una antigua retórica,
se eleva
como árbol o una columna dórica,
habitualmente
duerme dentro de nuestros sueños
y somos
en secreto sus únicos dueños.”
Silvina
Ocampo
Y aquí estoy, otra vez en tiempos terminales. Los
intervalos del insomnio se han iniciado.
Me acomodo en los cimientos de mis actos; mi memoria
habla con una ilusión que transita el desequilibrio, se marchita como –un cielo
de pájaros mudos-.
Mi latir no es tranquilo, en el fondo de mis ojos la imposibilidad
de una lágrima abraza la nueva tarde, entre frondosos árboles y el viento intacto.
Soy exactamente esto: una página en blanco, un muestrario
de transparencias que no diferencia si después del crepúsculo nace el alba, si
después del borde nace el abismo, si después del silencio nace el secreto que
se guarda.
Mas ¿si regresara? ¿si por un momento traspasara la línea
del retorno y Él se presentara desafiante a contraluz? ¿si entre muchos labios
de mi sueño despertara?
¿Si por instantes me azotara la ausencia y el recuerdo
para disponer de mi antigua necesidad?
Entonces…¿si volviese?- en la extensa tela del horizonte la
mañana me encontrará indefensa, mientras la tristeza huele a blandura del alma,
porque tu deidad concebida en la oscuridad sin error y sin tormento, se agarra
a mí con tu silencio de firme pétalo, con tu mirada de hombre…